Si hay un texto que gusta a los niños (más si cabe que la parábola del hijo pródigo del Evangelio de San Lucas) es el cuento de la cigarra y la hormiga por lo fácil que entienden la necesidad de ser ahorradores.
Este cuento se escribió originalmente por el fabuloso clásico Esopo (s.VII AC), aunque la popularidad se la dio el escritor de fábulas francés, La Fontaine, que la escribió en forma de poesía. En español la solemos leer en forma de prosa, gracias a las traducciones de estudiosos expertos como, entre otros, Samaniego.
Cuenta la historia de una cigarra que cantaba y cantaba ociosa en verano viendo trabajar a las hormigas, día tras día, y cuando vino el invierno y no había bocado al que hincar el diente, fue el hormiguero a pedir unos granos de trigo en préstamo, a las hormigas. Y allí le preguntaron las hormigas, disgustadas, que a qué se dedicaba en verano cuando ellas trabajaban. La cigarra respondió, «a tocar música y danzar» para amenizar vuestros días de calor. A lo que las hormigas respondieron, “baila ahora cigarra, baila”.
Lo que esta historia narra a modo de fábula y pretende enseñarnos hoy por tanto, es que en la primavera y verano de la vida, cuando somos niños, adolescentes y jóvenes, hay que ser previsores y pensar en nuestro otoño e invierno, cuando seamos mayores y nuestros ingresos caigan consecuencia de la jubilación.
En la juventud, cuando todo es bonito y está por hacer, en vez de estar dedicados a los placeres terrenales (trabajar poco, y disfrutar mucho de la vida viajando, gastando mucho en ropa, restaurantes, aparatos de electrónica etc.) como la cigarra, más nos vale dedicarnos a ahorrar una parte de nuestros ingresos (el grano de la hormiga que va al granero subterráneo que es el hormiguero), para cuando nos jubilemos y nuestros ingresos caigan por no trabajar ya poder mantener un nivel de vida.
Tabla de Contenidos
Adaptación de Samaniego
La cigarra y la hormiga (fuente www.vicentellop.com)
Cantando la Cigarra
Pasó el verano entero,
Sin hacer provisiones
Allá para el invierno;
Los fríos la obligaron
A guardar el silencio
Y a acogerse al abrigo
De su estrecho aposento.
Viose desproveída
Del preciso sustento:
Sin mosca, sin gusano,
Sin trigo, sin centeno.
Habitaba la Hormiga
Allí tabique en medio,
Y con mil expresiones
De atención y respeto
La dijo: «Doña Hormiga,
Pues que en vuestro granero
Sobran las provisiones
Para vuestro alimento,
Prestad alguna cosa
Con que viva este invierno
Esta triste Cigarra,
Que alegre en otro tiempo,
Nunca conoció el daño,
Nunca supo temerlo.
No dudéis en prestarme;
Que fielmente prometo
Pagaros con ganancias,
Por el nombre que tengo.»
La codiciosa Hormiga
Respondió con denuedo,
Ocultando a la espalda
Las llaves del granero:
«¡Yo prestar lo que gano
Con un trabajo inmenso!
Dime, pues, holgazana,
¿Qué has hecho en el buen tiempo?»
«Yo, dijo la Cigarra,
A todo pasajero
Cantaba alegremente,
Sin cesar ni un momento.»
«¡Hola! ¿con que cantabas
Cuando yo andaba al remo?
Pues ahora, que yo como,
Baila, pese a tu cuerpo.»
Curiosidades
El original de esta fábula se le debe al clásico Esopo aunque ganó toda su fama con la poesía que le dedicó La Fontaine en el siglo XVII. Por tanto fue escrita en francés en verso (es una poesía). La fábula fue traducida en prosa y en verso por distintos autores lingüistas en España como Félix María Samaniego, Bernardo de la Calzada (las tradujo en 1787), Teodoro Llorente Olivares (la tradujo en verso en 1885) y Enrique Díez Canedo las tradujo en verso en 1916 para la Editorial Calleja.
El Original francés
La Fontaine era francés, así que el texto original francés de esta bonita poesía es este que te transcribimos aquí:
La Cigale et la Fourmi
(Jean de La Fontaine)
La Cigale, ayant chanté
Tout l’été,
Se trouva fort dépourvue
Quand la bise fut venue :
Pas un seul petit morceau
De mouche ou de vermisseau.
Elle alla crier famine
Chez la Fourmi sa voisine,
La priant de lui prêter
Quelque grain pour subsister
Jusqu’à la saison nouvelle.
«Je vous paierai, lui dit-elle,
Avant l’Oût, foi d’animal,
Intérêt et principal.»
La Fourmi n’est pas prêteuse :
C’est là son moindre défaut.
Que faisiez-vous au temps chaud ?
Dit-elle à cette emprunteuse.
– Nuit et jour à tout venant
Je chantais, ne vous déplaise.
– Vous chantiez ? j’en suis fort aise.
Eh bien ! dansez maintenant.
Jean de La Fontaine
Jean de La Fontaine nació en Château-Thierry el 8 de julio de 1621 y murió en París el, 13 de abril de 1695. Tuvo la suerte de tener recursos suficientes en su juventud para llevar una vida placentera y poder dedicarse a lo que más le gustaba: ser escritor, dedicándose al género de la fábula, que tomó de los autores clásicos (Griegos y Romanos como Esopo y Fedro) y de los autores de cuentos medievales e hindúes como Lorenzo Bevilacqua, Ariosto, Boccaccio, Antoine de La Salle, François Rabelais (el de los gigantes comilones Gargantúa y su hijo Pantagruel) y Margarita de Navarra, entre muchos otros. Fue “el” fabulista francés del siglo de oro francés (Grand Siècle)
En total compuso doce libros de fábulas que fue publicando entre 1668 y 1694. A través de ellas quería ofrecer su propia visión de la sociedad francesa, irónica, burguesa y un tanto escéptica. Y la fábula era un género muy interesante porque permitía, sin citar nombres de personas ni de instituciones y grupos sociales, dar lecciones de moral y enseñanza a la sociedad culta francesa que le seguía.
Aprendizaje
Además de la austeridad, la mentalidad ahorradora para la jubilación (nuestro invierno vital) es bueno que se ejercite desde nuestro verano vital y que se eduque a los niños en el ahorro, como las hormigas hicieron en la fábula de Esopo.
Juan del Real Martín
Soy economista por la Universidad Complutense de Madrid, especialización Finanzas. He alcanzado la independencia financiera y me gustaría ayudar a los demás a entender mejor los asuntos de dinero y a tomar las decisiones adecuadas en cada momento de la vida. La educación financiera es básica para que puedas lograrlo tú también.
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